“Las fiestas principales de Guachinango se celebran el 2 de febrero en honor de la Virgen Santa María de la Purificación”
Esta pequeña población, desconocida para muchos jaliscienses, ofrece un gran patrimonio natural y arquitectónico.
Este pequeño pueblo de la Sierra Occidental, fue un importante centro minero de Jalisco durante la época colonial. Sin embargo, en la actualidad, Guachinango es uno de los municipios que mayor pérdida de habitantes ha sufrido en los últimos años al pasar de 5 mil 539 en 1980, a 4 mil 323 en 2010, debido a la alta migración hacia Estados Unidos.
Esta región poblada por razas coras y tecos hace más de seis siglos, fue fundada entre los años 1544 o 1545. El primer español que llegó a la región fue Francisco Cortés de San Buenaventura en 1526. En ese entonces Real de Guachinango contaba con más de 215 lugares de epxlotación de minas de oro, plata y plomo. El nombre de Guachinango es una derivación del término náhuatl “Cuauhchinanco” que significa “lugar cercado de árboles“.
Su edificio principal es el Templo Parroquial construido en 1653, en el cual se mezclan varios estilos, desde el barroco hasta el gótico y el románico. Su fachada se distingue por la decoración hecha a base de pedazos de porcelana. La iglesia es la casa de la imagen de Nuestra Señora de la Purificación, una figura realizada por el escultor Victoriano Acuña y que fue bendecida el primero de febrero de 1880.
A esta figura, cuya fiesta en su honor se realiza el 2 de febrero, se le dedican “Las Coronas”, una serie de peregrinaciones por las calles del pueblo que se llevan a cabo durante el novenario previo a su festividad.
Guachinango fue noticia a nivel nacional en mayo pasado, cuando el crimen organizado emboscó al Ejército mexicano dejando un saldo de cuatro militares muertos. Sin embargo, esta población, tiene mucho más que ofrecer a los visitantes que malas noticias: un entorno natural privilegiado y un patrimonio arquitectónico único y poco conocido en Jalisco.