“Esta celebración se remonta al siglo XVI”
En Zalatitán, Tonalá.Todos los años, el 15 de agosto, día de la Virgen de la Asunción, los vecinos de Zalatitán, en Tonalá, reviven la tradición de los Tastoanes
Entre gritos, un grupo de más de cien personas se acerca uno a uno al Santo Santiago para recibir su golpe. Este puede ser con una vara de mezquite o con un machete, o con los dos instrumentos. Los niños, evitan acercarse al lugar por temor a recibir un golpe.
Este ritual se realiza a unas cuadras del Templo de la Asunción en la delegación de Zalatitán, en el municipio de Tonalá. Gilberto Sánchez, vestido para la ocasión, asume el papel del Santo Santiago durante la corrida, como llaman a esta celebración.
“Le dedico medio minuto a cada uno”, afirma Gilberto. Luego de golpear a más de un centenar de personas, el ritual termina con una comida y un concierto de una banda que ha sido contratada. El dinero para pagar la fiesta se recauda entre los miembros de este grupo, que se hace llamar “Los Tastoanes de Altamira”.
El ritual comienza temprano el 15 de agosto con un recorrido de más de diez cuadras al templo de la Asunción, patrona de la localidad. Los participantes portan máscaras, un tambor y tocan la chirimía. A la una de la tarde llegan al templo. Ahí, le dedican una porra a la vírgen (a la que también llaman Vírgen del Tránsito), se santiguan y le dejan flores en su honor.
Luego el grupo camina aproximadamente cinco cuadras y ahí comienza este ritual, el cual representa la batalla entre los españoles contra los cocas, tecuexes y cazcanes por la conquista de la región. Este ritual está inspirado en el que se hace en España con las representaciones entre moros y cristianos.
La fiesta de los Tastoanes, que también se celebra en Mezquitán, San Juan de Ocotán, Nextipan, Jocotán o Ixcatán, y en algunas localidades de Zacatecas, recrea la batalla entre los soldados de Nuño de Guzmán contra el bando indígena en 1530. El término “tastoan” proviene del náhuatl “tlahtoani”, el cual hace alusión a los enemigos de los españoles. Según la tradición, en a mitad de la lucha se apareció el santo Santiago para ayudar al bando europeo.
Después de la comida, la gente vuelve a sus casas, aunque algunos se quedan unas horas más. Un grupo de personas decide regresar al templo y cenar en alguno de los puestos que se instalan alrededor, mientras otros se despiden y no se verán hasta el próximo año.
