La tragedia de los desaparecidos en México
Un documental narra el drama de tres mujeres que buscan a sus familiares desaparecidos.
Álvaro González
Detrás del drama de los más de 30 mil desaparecidos en el último sexenio, se esconde la historia de miles de familiares que luchan por encontrarlos y sufren el dolo de su ausencia. Son víctimas colaterales invisibles, personajes anónimos cuyas historias pocas veces aparecen en los medios de comunicación. Sin embargo, cn cada uno de sus relatos se condensan los peores males del país, por una parte los problemas generados por la delincuencia organizada y un sistema de justicia prácticamente testimonial al que se enfrentan todos los días.
Su vida, marcada por la tragedia, no está exenta de un drama personal que en muchas ocasiones conducen a problemas personales, disputas familiares e incluso a la separación.
Dirigido por la periodista Alicia Calderón (Ciudad de México, 1976), el documental Retratos de una búsqueda narra la historia de tres madres que el destino ha puesto en un lugar indeseable. Las tres han perdido a un familiar y desde hace años luchan, sin fortuna todavía, para conocer su cuerpo.
“El documental se centra en su proceso de búsqueda, en el vacío y el prejuicio que soportan porque la gente cree que estaban metidos en problemas del narcotráfico y no siempre es así. La película narra los problemas que tienen con unas autoridades incompetentes. Son mujeres que no se dan la posibilidad del duelo porque no han tenido un cuerpo que velar. A veces incluso lo desean, pero no pueden porque les persigue un sentimiento de culpa y creen que no están haciendo lo suficiente para encontrarlos”.
“Hay muchos negocios que giran alrededor de los desaparecidos, muchos conflictos sociales y económicos que nos llevará décadas resolver”
Natividad Guerrero de Ahualulco, Lupita Aguilar de Guadalajara y Margarita López de Lázaro Cárdenas, Michoacán, son los protagonistas de este documental que se estrenará este año.
“Cada una viene de contextos diferentes. Una proviene de una zona muy rural, la otra (Lupita Aguilar) es una mamá que se ha convertido en activista que viaja por todo el país, mientras que la última tiene un perfil más detectivesco y de confrontación”, afirma Calderón.
La película, que se encuentra en la fase final de producción, indaga en el difícil proceso que experimenta un ser humano que ha perdido a un ser querido y la incertidumbre de no saber dónde está.
Durante el proceso de elaboración de la película, cuya idea se gestó en 2011, Calderón ha descubierto que aunque las mujeres demuestran fortaleza en muchas ocasiones dudan si su lucha merece la pena y confiesan vivir momentos de locura.
“Me han contado que tienen ganas de morirse, de no seguir con la búsqueda porque no le encuentran un sentido a la vida, pero no son mujeres débiles, sino mujeres capaces de confrontar las partes más degradadas de nuestro país. Se enfrentan a grupos delictivos, les reclaman a las autoridades negligentes, todo por defender el honor de su hijo. Viven en un estado complejo en el que pasan de la esperanza a la desesperanza todo el tiempo”, dice la directora.
Aunque al final sólo tres mujeres formaron parte del documental, en el proceso se entrevistaron a decenas de familias durante las caravanas que organizó el poeta Javier Sicilia. Con la colaboración de la periodista Gricelda Torres Zambrano, quien apoyó en la investigación, la directora conoció de cerca los problemas a los que se hacen frente todos los días.
“Nos dimos cuenta que el dinero es muy importante para emprender la búsqueda porque sin recursos es muy difícil. También se dan casos de gente que no denuncia por miedo o ignorancia”.
Lupita Aguilar, una de las protagonistas del documental, perdió a su hijo José Luis Arana a principios de 2011. Su lucha la ha convertido en un símbolo del movimiento de los desaparecidos. El 7 de septiembre de 2011 interrumpió un discurso del expresidente Felipe Calderón en Guadalajara y logró hablar con él tras el evento.
La directora afirma que uno de los motivos para hacer este documental, es porque espera que de alguna manera la cinta ayude a los familiares.
“Honestamente, no sé si este documental les resulte útil. Para muchas mamás salir en un documental es una forma de desahogo. Resulta curioso ver cómo se pelean por salir en una película, tienen la esperanza de que alguien las va a ver y decir qué pasó con su hijo”.
La periodista dice que el problema de los desaparecidos todavía no se ha dimensionado y que pasarán generaciones para cerrar las heridas. “En materia de derechos humanos es el tema más importante que tendremos en México en los próximos años y décadas. En torno a las desapariciones existe un entramado delictivo tan complejo y vacío en términos legales y de justicia, que urge trabajar en todos los campos para disminuirlo. Hay muchos negocios que giran alrededor de este problema, muchos conflictos sociales y económicos que nos llevará décadas resolver. Siendo realistas en muchos casos no vamos a encontrar a las personas. Por eso hay que preguntarnos cómo vamos a curar como país estas heridas porque las desapariciones continúan. Vivimos una situación alarmante que nos ha superado como sociedad”.
Con apoyo del Imcine
La producción consiguió hace algunos meses un apoyo de un millón de pesos de Imcine para la conclusión del documental y recabaron 120 mil pesos a través de una plataforma de crowfunding durante el desarrollo de la filmación.
Aunque en México, el género del documental no suele ser habitual en los cines comerciales, uno de los objetivos será estar presente en los principales festivales de cine, empezando por el de Guadalajara en marzo.
El documental cuenta con la participación de Dalia Huerta como directora de fotografía y de Mario Osuna en la música. La producción corrió a cargo de Karla Uribe, mientras que Pedro de la Garza y Juan Manuel Figueroa son los responsables de la posproducción y edición.
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