Este año, el mundo literario celebra el 60 aniversario de una de las obras clave de la literatura en español del siglo XX.
“Para muchos colegas y críticos estos cuentos representaron, incluso mejor que Pedro Páramo, la esencia de la literatura de Rulfo”
Álvaro González
Juan Rulfo (1917- 1986) solía decir que había dejado de escribir literatura porque se le había muerto su tío Celerino, que era quien le contaba las historias.
Mucha gente se tomaba esa anécdota como una broma del escritor jalisciense, quien solía ser parco e irónico. Pero decía la verdad. Su tío, un borracho y ateo que se ganaba la vida confirmando a niños de pueblo en pueblo (ironías de la vida), realmente existió. “Rulfo le acompañaba muchas veces y escuchaba las fabulosas historias que éste le contaba sobre su vida, la mayoría inventadas”, cuenta el escritor español Enrique Vila Matas en el libro Bartleby y compañía.
Después de la publicación de Pedro Páramo en 1955 Rulfo abandonó la escritura de ficción y se dedicó a la fotografía y a escribir guiones de cine. Cansado de que la gente le preguntara por qué había dejado la literatura, finalmente desveló el secreto en 1973, durante una conferencia en la Universidad Central de Venezuela.
“Me preguntan mucho por qué dejé de escribir, pues porque se me murió el tío Celerino. Pero era muy mentiroso, todo lo que me dijo eran puras mentiras y entonces, naturalmente todo lo que escribí eran puras mentiras”.
De hecho, cuando decidió escribir los cuentos que forman parte de El llano en llamas el libro iba a titularse Los cuentos del tío Celerino en honor a su figura.
Este año el mundo de la literatura y de la cultura celebra el 60 aniversario de uno de los grandes clásicos de la literatura en español en el siglo XX.
Rulfo, un hombre de pueblo, sencillo y de pocas palabras, publicó El llano en llamas cuando tenía 36 años. El libro recoge 15 cuentos, algunos de los cuales se han convertido en clásicos de la literatura mexicana.
Para muchos colegas y críticos estos cuentos representaron, incluso mejor que Pedro Páramo, la verdadera esencia de su literatura. Hasta ese momento, eran pocos los autores que escribían sobre la gente de pueblo, campesinos, peones, gente humilde y sencilla. Pero Rulfo, a través de la ficción, les dio voz y un lugar. Los diálogos de los personajes rescatan el lenguaje popular y coloquial que se acostumbra en los pueblos. “Lo que yo quería era hablar como un libro escrito. Quería no hablar como se escribe, sino escribir como se habla”, dijo alguna vez.
“En estos cuentos, Rulfo renovó el lenguaje de México. Ningún campesino ha hablado como sus personajes pero ninguno ha sonado tan auténtico. Un milagro de la autenticidad que sólo puede ser literaria”, explicó sobre estos cuentos el escritor mexicano Juan Villoro.
Publicada originalmente por el Fondo de Cultura Económica, El llano en llamas fue el campo de experimentación que le permitió a Rulfo perfeccionar su estilo narrativo. Dos años después, publicó Pedro Páramo (1955), la novela con la que Rulfo consiguió el reconocimiento internacional y una fama que dura hasta nuestros días.
La primera edición.
Muchos de los cuentos de El llano en llamas ya habían sido publicados de manera individual entre 1945 y 1946 en la revista Pan que editaba Juan José Arreola y Antonio Alatorre. Con la ayuda de su amigo José Luis Martínez, Rulfo envió los cuentos a los encargados de la colección Letras Mexicanas del Fondo de Cultura Económica, entre los que se encontraba Alí Chumacero. Finalmente, el libro se imprimió el 18 de septiembre de 1953. La viñeta que acompaña la portada (ver la imagen) pertenece a Elvira Gascón.
Festejos futuros
Los próximos años serán de muchos festejos para el escritor jalisciense. En 2015 se celebrará el 60 aniversario de Pedro Páramo, considerada por muchos su obra maestra. En 2016 se cumplirán 30 años de su muerte y en 2017 se celebrará el centenario de su nacimiento.
Biografía
Juan Rulfo nació en 1917 en la ciudad de San Gabriel, pero fue registrado en Sayula.
Comenzó a escribir en 1934.
Trabajó de 1946 a 1952 en la compañía Goodrich-Euzkadi como agente viajero.
En 1956 recibió el Premio Xavier Villaurrutia y en 1970 el Premio Nacional de Literatura.
En 1983 recibió el Premio Príncipe de Asturias.
