Un nacimiento monumental ha unido a una pequeña comunidad de Tapalpa
Álvaro González
Rescatan tradición.
Desde hace cuatro años, la comunidad de San Antonio de Padua, a siete kilómetros de Tapalpa, se organiza para hacer el que probablemente sea el nacimiento más bonito del país.
Bajo la batuta del padre Chuy, los 800 habitantes participan en el montaje de este nacimiento monumental que está enclavado en una zona que destaca por su belleza natural, entre enormes sauces y un río que atraviesa la zona. A lo largo de un recorrido de 200 metros de longitud, los visitantes disfrutan de un nacimiento único y diferente conformado por más de 300 piezas.
“A lo largo de un recorrido de 200 metros de largo, los visitantes disfrutan de un nacimiento único y diferente conformado por 350 piezas de gran formato”
El proceso de elaboración comienza en noviembre cuando el padre Chuy define las tareas para cada familia, quienes se encargan de una sección del nacimiento.
“Desde que era chico me gustaba hacer nacimientos con muñecos y soldaditos y de plástico. Más grande, en el Seminario de Guadalajara, ingluso gané un premio. Es un hobbie que me gusta mucho”, afirma el padre Chuy, principal impulsor y originario de la comunidad.
El proyecto, que ha unido a la población, nació en 2009 con una instalación en el jardín principal. El nacimiento gustó tanto y creció de tal manera que tuvo que buscar un espacio más grande, hasta llegar a su sede actual en el barrio de El resbalón, en medio de la naturaleza.
“La mayor satisfacción que tenemos es ver que este nacimiento es el resultado de una comunidad organizada. Eso es lo que llama más la atención de los visitantes que reconocen las ganas del pueblo por participar. La gente nos felicita mucho”, dice Antonio Zamora, habitante de la comunidad y encargado de realizar una parte del nacimiento.
“Los que no pueden venir nos apoyan con dinero o con materiales, pero todos se involucran de alguna u otra forma”, afirma José Alfredo Jiménez Sánchez, quien construyó, junto a otros jóvenes, la cascada que está al inicio del recorrido. “Para mucha gente esto les ayuda a recuperar las tradiciones. A mi familia le tocó el año pasado hacer una casa y tomaron como modelo el hogar de los abuelos. La hicieron a la manera antigua, le pusieron un tapanco y la decoraron con jarros que ellos tenían”.
Muchas de las estructuras que se hacen, como las casas, se dejan ahí durante todo el año y sólo se retocan para la siguiente edición, con el propósito de optimizar los recursos.
Uno de los objetivos de este espacio es, además de mantener viva la tradición del nacimiento, aumentar el número de turistas en la región y consolidar a la comunidad como un pueblo típico navideño.
“Este año vino más gente que el anterior. Cada vez se conoce más y vienen a verlo”, afirma José Alfredo. Aunque la entrada es gratis, a los visitantes se les pide una cooperación voluntaria.
“Sin duda vendrá más gente en el futuro y aumentará la actividad económica. Se crearán empleos temporales. Mucha gente se verá beneficiada”, asegura Antonio Zamora quien agrega que “lo mejor de este proyecto es que la gente tiene ahora más interes en hacer cosas y se organiza para hacer trabajo comunitario”.
“Esto comenzó como algo muy sencillo y poco a poco ha ido creciendo. Al principio, la gente me tildaba de loco cuando comencé el nacimiento y ahora esos mismos se quedan con la boca abierta”, afirma el padre Chuy.
A partir de este proyecto, los habitantes se organizan para hacer trabajo comunitario. Liderados por el padre se han hecho mejoras en el jardín, el templo y se consiguieron un par de hectáreas para un camposanto.