Espectáculo, meses de preparación, alegría y orgullo para celebrar el México independiente, aún en medio de la lluvia, caracterizaron las fiestas patrias 2013 de los arandenses
Julieta Salgado
Amás de alguno lo protegía un paraguas, a otros, un sombrero, un impermeable, a varios el toldo dispuesto en el foro montado en el Parque Hidalgo y a varios, nada, pero las fiestas patrias en Arandas se llevaron a cabo. Entre la música y la vendimia, arandenses y visitantes transitaban las calles del Centro y alrededor de las dos plazas principales: la de Armas y el Parque Hidalgo.
Gracias a los meses de preparación, muchos participaron, desde la noche del 15 de septiembre, en la ceremonia del Grito de Independencia, con toda la seguridad, el protocolo y con emoción. Gritaron ¡Viva México!, acompañados, siempre de bandas típicas y mariachi.
Los fuegos artificiales iluminaron con colores el cielo y la obra de arquitectura neogótica: las torres del Templo de San José. Para el 16, desde muy temprano, muchos padres arreglaron a los hijos, con uniformes impecables para que participaran en el Desfile. Escuelas, instituciones, asociaciones y el Ejército mexicano formaron el contingente.
Un carro alegórico desfiló con la leyenda: “Di no al bullying”. También las representantes de la belleza local, a bordo de autos de lujo, con sus coronas y vestidos de gala. Una reina de belleza infantil detuvo el contingente: la mamá quería quitar el abrigo a su hija para que luciera ante las cámaras. También hubo reinas de belleza de los adultos mayores. Saludaban y subían a la camioneta como si tuvieran dos décadas menos.
Puestos de globos multicolor, algodones de azúcar, vendedores de dulces y semillas, helados, tequila o bebidas preparadas también aguardaban el Combate de las Flores, que se realizó el mismo día 16, pero por la tarde. Debajo del toldo, familias, parejas, grupos de amigos convivían en una gran fiesta.
“Lástima que la lluvia no pare, pues otros años no cabe ni un alfiler en las plazas”, explicaba una mujer a su amiga. Los caballerangos desfilaron con impermeables y sombreros. Mojados, hacían bailar a sus caballos. Uno que otro caballo resbaló en su paso, pero no cayó.
Cuerpos esbeltos y lustrosos, mostraron los caballos; algunos con peinado especial, mostraban listones de los colores patrios entretejidos en la crin. Desfilaron bestias cuyo valor oscilaba entre los 200 mil a un millón de pesos. Todos, pequeños, pintos o grandes, brindaron un espectáculo que emocionó a más de algún observador. Las flores de Santa María fueron lanzadas a quienes los jinetes juzgaban con simpatía.
Para el último día, el 17, se realizó el tradicional Día de Campo. Ese día, Arandas se recupera un poco de los tumultos.
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