El despacho tapatío plantea un cambio en la forma de pensar el espacio público y la arquitectura colaborativa
Arquitectura y ciudad: “Hace un mes, el despacho intervino un terreno de San Lucas Evangelista, en Tlajomulco, en colaboración con otras firmas”
Omar Magaña
Las obras desarrolladas por el despacho JAPI Arquitectos tienen un claro sello: la minimización de las barreras entre el espacio público y el privado.
En la esquina que forman las calles Vidrio y Marsella de la colonia Americana, en Guadalajara, hay una terraza ocupada por un asado argentino. En ella, las fronteras apenas son perceptibles. Dado que los arquitectos Luis Manuel Ochoa, Ricardo González y Alan Delgadillo emplearon en el planchado del lugar el mismo material de la acera, generaron un efecto de continuidad que acaso se rompe con un par de escalones.
Antes, durante la renovación de un club, los socios del despacho ya comenzaban a traducir en materiales y diseño arquitectónico las primeras nociones del manifiesto según el cual se difuminan los portones de entrada y toda marca que delimite el 'nosotros' y 'los otros', el interior y el exterior.
Los dos ejemplos forman parte de la cartera de proyectos privados de JAPI, no obstante, cualquiera de ellos está permeado por los planteamientos teóricos sobre desarrollo, urbanismo y ciudadanía que Ochoa, González y Delgadillo generan desde otras dos divisiones del estudio: una dedicada a la investigación y otra enfocada en la arquitectura social.
Si la primera de ellas está comprometida con el pensamiento y la teoría sobre el quehacer del arquitecto, la segunda vive del afán de socializar, compartir conocimiento, tejer redes y llevar al campo de la acción todos los planteamientos que han estado en discusión en el mundo desde los albores de este siglo: el derrumbe de los arquitectos estrella, la oportunidad de integrar a los ciudadanos en los procesos de construcción y la necesidad de pensar el espacio público desde lo particular -el barrio- a lo general -la ciudad-.
"Nosotros intentamos hacer arquitectura social en el entorno de Guadalajara y es difícil: para que aquí te reciban esas ideas como arquitectura todavía hay que picar un poco de piedra", comenta Ochoa.
Ochoa y González señalan que, si bien, el diseño colaborativo también ha tomado un camino hacia la institucionalización sigue siendo la vía más útil cuando se trata de involucrar a los habitantes en el armado de su propio entorno a partir del aprovechamiento eficiente de los recursos. En este formato, dicen, hay más garantías de que las obras permanezcan pues son significativas para los usuarios.
En el proyecto "Pinta tu barrio" del año 2012, realizado en conjunto con Movimiento Ciudadano, JAPI gestionó con la iniciativa privada centenares de litros de pintura para dar nueva vida a la colonia Paraísos del Colli. Los propios habitantes participaron en la remodelación.
En la intervención más reciente, ejecutada en un terreno de San Lucas Evangelista, en el municipio de Tlajomulco, el estudio metió en la misma dinámica de trabajo a los habitantes de la comunidad, a estudiantes de arquitectura y a dos integrantes de los estudios más reconocidos en materia de diseño colaborativo: Luis Galán, de Zuloark (España) y Antonio Torres, de Bittertang (Nueva York).
Para llevar adelante proyectos de este tipo, reconocen, es importante la vinculación con instituciones que reconozcan el valor de las intervenciones profundas en las comunidades, en este caso, el Instituto de Alternativas para los Jóvenes de Tlajomulco (Indajo) y la administración municipal.
Otro de sus proyectos involucra un centro de cultural llamado Kukuruchos, ubicado en López Mateos y la calle 12 de diciembre. Este lugar, donde se llevan a cabo exposiciones y otras actividades que activan a la comunidad de diseñadores y artistas locales y extranjeros, funciona como un espacio que enlaza su actividad y la conecta con la ciudad. Es la representación física del compromiso de JAPI con la ciudad y el espacio público.