José Emilio Pacheco fue una figura clave de las letras mexicanas. Su legado deja obras clave que merecen ser descubiertas de nuevo.
“Afable, sencillo con sus lectores, un escritor sin pretensiones y con mucho sentido del humor. Así era José Emilio Pacheco”
No hay mejor homenaje que se le puede hacer a un escritor que leyendo su obra aún después de su muerte. El arte tiene la particularidad de hacer eternos a sus autores. La muerte de José Emilio Pacheco (1939-2014) el pasado 26 de enero llenó de luto al panorama cultural y literario de México y de la literatura en lengua castellana en general. Pero ningún recuerdo le hará más justicia que releer algunas de sus obras clave.
Premio Cervantes en 2010, el poeta, traductor y narrador fue una figura querida tanto fuera como dentro del ámbito cultural. Algo difícil de conseguir en un mundo donde las vanidades y los pequeños odios personales son el pan de cada día. A su alrededor, la figura de Pacheco generaba consenso. Era un poeta, pero no tenía la flema del escritor tradicional, del personaje pedante y arrogante que mira a los demás por debajo del hombro.
Pacheco era todo lo contrario. Afable, sencillo con sus lectores, un escritor sin pretensiones y con mucho sentido del humor. En la FIL de Guadalajara de 2009, donde era un visitante asiduo, recibió la noticia de que le había sido concedido el Premio Cervantes. En esa ocasión confesó sentirse patidifuso y turulato, asombrado por un galardón que nunca imaginó recibir.
El autor de Las batallas en el desierto nunca negaba el saludo a nadie, ni tampoco se resistía a firmar el libro de un seguidor.
Con modestia, solía decir que no se consideraba uno de los grandes poetas latinoamericanos, porque no estaba seguro siquiera de que lo fuera en su propio barrio de la Condesa en la Ciudad de México, donde también vivía el poeta argentino Juan Gelman, fallecido el 14 de enero pasado, una triste coincidencia.
"Hay otra realidad llamada ficción. La lengua en la que nací constituye mi única riqueza", dijo durante la recepción del Cervantes. Ese día ocurrió una de las anécdotas más divertidas en la historia del galardón. Poco acostumbrado al traje de “pingüino”, el escritor olvidó ponerse tirantes durante el acto celebrado en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, lo que provocó que los pantalones se le cayeron un poco y tuviera que improvisar una solución.
A su buen carácter hay que añadir su calidad literaria. Su narrativa destacaba porque sabía adentrarse en los pequeños universos familiares y al mismo tiempo retratar momentos clave de la historia mexicana.
Además del Premio Cervantes, José Emilio Pacheco recibió el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 2009 y el Premio Xavier Villauritia en 1973 por El principio del placer.
A continuación presentamos algunas de sus obras más relevantes que merecen ser leídas y releídas una y otra vez.
Las batallas en el desierto
Publicado en 1981, esta novela breve es un clásico de la literatura mexicana. En importancia, está a la par de libros como La región más transparente de Carlos Fuentes o Pedro Páramo de Juan Rulfo. La historia gira en torno a Carlos, un niño de ocho años que se enamora de Mariana, la madre de su amigo Jim. Esta novela retrata una época clave en la historia mexicana de mediados del siglo XX.
Tarde o temprano (Poemas, 1958-2000)
Esta compilación recoge doce libros que resumen lo más importante del trabajo poético de José Emilio Pacheco desde su juventud hasta los años de madurez creativa. El autor estuvo involucrado directamente en la edición y selección de los textos que conforman el ejemplar editado por el Fondo de Cultura Económica.
No me preguntes cómo pasa el tiempo
Los poemas que componen esta edición fueron escritos cuando Pacheco tenía entre 25 y 29 años. Los lectores y críticos comprendieron rápidamente que se trataba de un autor que marcaría una época. “El libro canta, narra, instiga y discute; dibuja viñetas de concentrada belleza; celebra, caricaturiza, conversa; ante todo exalta los poderes de la poesía”, se afirma en el texto de presentación del poemario.
